viernes, 8 de septiembre de 2017

EL PESCADO QUE SE AHOGÓ EN EL AGUA de ARTURO JAURETCHE.

EL PESCADO QUE SE AHOGÓ EN EL AGUA de ARTURO JAURETCHE.

“El arroyo de La Cruz había crecido por demás y bajando dejó algunos charcos en la orilla. Por la orilla iba precisamente el comisario de Tero Pelado, al tranquito de su caballo. Era Gumersindo Zapata, a quien no le gustaba mirar de frente y por eso siempre iba rastrillando el suelo con los ojos. Así, rastrillando, vio algo que se movía en un charquito y se apeó. Era una tararira, ese pez redondo, dientudo y espinoso, tan corsario que no deja vivir a otros. Vaya a saber por qué afinidad, Gumersindo les tenía simpatía a las tarariras, de manera que se agachó y alzó a la que estaba en el charco. Montó a caballo, de un galope se llegó a la comisaría, y se hizo traer el tacho donde se lavaba los “pieses” los domingos. Lo llenó de agua y echó dentro a la tarari
El tiempo fue pasando y Gumersindo cuidaba todos los días de sacar el “pescado” del agua, primero un rato, después una hora o dos, después más tiempo aún. La fue criando guacha y le fue enseñando a respirar y a comer como cristiano. ¡Y tragaba la tararira! Como un cristiano de la policía. El aire de Tero Pelado es bueno y la carne también y así la tararira, criada como cordero guacho, se fue poniendo grande y fuerte. Después ya no hacía falta ponerla en el agua y aprendió a andar por la comisaría, a cebar mate, y hasta a escribir prontuarios. Ésa fue la desgracia. Porque en una ocasión, cuando iban cruzando el puente sobre el arroyo de La Cruz, la pobrecita tararira se resbaló del anca, y se cayó al agua. Y es claro. Se ahogó. Que es lo que les pasa a todos los pescados que, dedicados a otra cosa que ser pescados olvidan que tienen que ser eso: buenos pescados”.

No hay comentarios: