sábado, 5 de mayo de 2018

Palabras de María Rosa Giovanazzi.

Me siguen a todos lados, hay momentos que me aturden, y sé que lo hacen para llamar mi atención,  trato de ignorarlas, pero es imposible.
Una tarde viajando en el subte, me entretenía con las luces que titilaban en el techo, por momentos quedábamos a oscuras y al instante la luz regresaba, en ese ir y venir, las palabras de dos hombres que conversaban suavemente,  flotaron frente a mis ojos. Ellas me descubrieron y se apuraron por llegar a mi lado, cerré mis parpados para no verlas y fue inútil, se movían y me hacían cosquillas en la cara.
Cansada de ellas me bajé una estación antes.
El diarero anunciaba sus diarios y resonaba su grito en el túnel. La gente se amontonaba tratando de llegar a los molinetes, yo también buscaba evitar de ese rum rum que se metía en mi cabeza. Cuando creí que las había perdido de vista, las vi a mi lado, trepando a los saltos la escalera.
Ya en la calle, el aire fresco fue un placer, crucé la avenida  corriendo entre los bocinazos de choferes tan locos como yo,  y al llegar a una plaza, aparecieron de nuevo, habían salido de un diario olvidado en un banco, se agitaban, yo evitaba mirarlas y ellas reían a carcajadas. Me aturdían.
Escapé tan rápido como mis piernas me lo permitieron, no quería oírlas ni verlas y la gente pasaba y hablaba y las muy descaradas se prendían a mi ropa,  penetraban en mi oído, me acosaban.


Ayer, al verlas llegar, me dije que era el momento de enfrentarlas, busqué un bar, me acomodé en una silla y sobre la mesa coloqué mi cuaderno y las fui alineando en la hoja, una tras otra, las frases se hilvanaban y la idea iba creciendo. El comienzo, el conflicto y el final, las palabras se calmaron, se durmieron en el cuento y al fin, me libre de ellas.

1 comentario:

mariarosa dijo...



Gracias Guillermo.

Este cuento es un poco loco, pero a veces es bueno dejar los dramas y reirnos de nosotros mismos.

buen fin de semana.

mariarosa