Carta abierta a la patria
de Julio Cortázar, 1955.
»Y qué carajo si la casita era un sueño, si lo mataron en pelea, si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva, liquidación forzosa, se remata hasta lo último. Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía.
»Te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña envuelto en una bandera que nos legó Belgrano, mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate con su verde consuelo, lotería de pobre.
»En cada piso hay alguien que nació haciendo discurso para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos. Pobres negros que untan las ganas de ser blancos, pobres blancos que viven en un carnaval de negros. Qué quiniela, hermanito, en Boedo, en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera, en los ranchos que paran la mugre de la pampa, en las casas blanqueadas del silencio del Norte, en las chapas de zinc donde el frío se frota, en la Plaza de Mayo, donde ronda la muerte trajeada de mentira.
»Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking, vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga: tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas, tango, coraje, puño, viveza y elegancia. Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
»Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga, no te metás, que vachaché, dale que va, paciencia. La tierra, entre los dedos, la basura en los ojos, es estar triste, ser argentino es estar lejos, y no decir mañana porque ya basta con ser flojo ahora.
»Tapándome la cara, me acuerdo de una estrella en pleno campo, me acuerdo de un amanecer de Puna, de Tilcara de tarde, de Paraná fragante, de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos quemando un horizonte de bañados.»Te quiero país, pañuelo sucio, con sus calles cubiertas de carteles peronistas, te quiero sin esperanzas y sin perdón, sin vuelta y sin derecho, nada más que de lejos y amargado. Y de noche.»
Julio Florencio Cortázar (nació en Ixelles, un distrito
situado al sur de la ciudad de Bruselas, capital de Bélgica, país que fue
invadido por los alemanes precisamente en esos días de su nacimiento el 26 de
agosto de 1914 - París, Francia, 12 de febrero de 1984) fue un escritor,
traductor e intelectual argentino. Hijo de Julio José Cortázar y María Herminia
Descotte ambos argentinos. Su padre era funcionario de la embajada de Argentina
en Bélgica, donde se desempeñó como agregado comercial.
Según una investigación durante la dictadura militar, el 29
de agosto de 1975, la DIPPBA creó el legajo n.º 3178 con una ficha que contenía
seis datos: apellido (Cortázar), nombre (Julio Florencio, el segundo escrito a
mano alzada), nación (Arg. Francia), localidad, profesión (escritor) y
antecedentes sociales o entidad: "Habeas". La ficha del escritor fue
hallada entre otras 217 000 fichas personales del archivo perteneciente a la
Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Optó por la nacionalidad francesa en 1981, en protesta
contra el régimen militar argentino.
2 comentarios:
1955, hacia cuatro años que había llegado a Francia, extrañaba y sentía rabia por no haber podido quedarse.
No quiso bajar la cabeza, como muchos de sus compañeros y amigos, ante el peronismo y aceptó una beca del gobierno francés y fue traductor de la Unesco. Un gran autor, un hombre que amo a su tierra, pero no soporto vivir en ella.Fue fiel a sus convicciones.
mariarosa
Genio indiscutible, literatura brillante, me sonrojo al disentir en muchas cosas con tamaño intelecto. 1955, 2020, como en Cambalache, de otro genio, lo mismo un burro que un gran profesor, es lo mismo el que labura, etcétera
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