domingo, 26 de junio de 2022

A UN OLMO SECO de ANTONIO MACHADO.

A UN OLMO SECO
de ANTONIO MACHADO.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido. 

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento. 

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera, 
habitado de pardos ruiseñores. 
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas. 

Antes que te derribe, olmo del Duero, 
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana, 
lanza de carro o yugo de carreta; 
antes que rojo en el hogar, mañana, 
ardas, de alguna mísera caseta, 
al borde de un camino; 
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas; 
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, 
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida. 
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera. 

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