María.
Heroína de tango, te llamabas María.
Tenías ojos negros y ganas de soñar.
Me contabas historias que entonces te creía,
y hasta me hacían llorar.
Para mi adolescencia eras la Magdalena
del pecado inconsciente y del padre borracho.
Por eso tu palabra me llenaba de pena.
¡Es que era un buen muchacho...!
Te besaba en las manos, te recitaba versos
y te leía cuentos de Gogol.
Y cuando abandonábamos aquel antro perverso
íbamos a los parques a ver nacer el sol.
Una vez me pintaste la miseria de tu hogar.
Y al verme entristecido,
en un golpe de histeria te pusiste a llorar.
Te consolé juntando las palabras más buenas
y te ofrecí la salvación
y te hablé de una vida serena
donde se unían tu nombre y mi ilusión.
No volví a verte más desde aquel día.
Te perdiste en la sombra y vanamente te busqué.
Pensé en tu desamor, en tu falsía,
te maldije y lloré.
Heroína de tango, la vida dura,
me fue quitando aquella ingenuidad.
Pero he vuelto a creer que eras pura
y a saber que tuviste piedad.
1 comentario:
Muy bueno.
Guillermo siempre me asombras con tus entradas, esta MARÏA de Manzi; no la conocía.
Es una hermosa poesía, como para otro tango.
mariarosa.
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