A la Patria
de Salomé Ureña de Henríquez.
Desgarra, Patria mía, el manto que vilmente,
sobre tus hombros puso la bárbara cueldad;
levanta ya del polvo la ensangrentada frente,
y entona el himno santo de unión y libertad.
Levántate a ceñirte la púrpura de gloria
¡oh tú, la predilecta del mundo de Colón!
Tu rango soberano dispútale a la historia,
demándale a la fama tu lauro y tu blasón.
Y pídele a tus hijos, llamados a unión santa,
te labren de virtudes grandioso pedestal,
do afirmes para siempre la poderosa planta,
mostrando a las naciones tu título inmortal.
Y deja, Patria amada, que en el sonoro viento
se mezclen a los tuyos mis himnos de placer;
permite que celebre tu dicha y tu contento,
cual lamenté contigo tu acerbo padecer.
Yo ví a tus propios hijos uncirte al férreo yugo,
haciéndote instrumento de su venganza cruel;
por cetro te pusieron el hacha del verdugo,
y fúnebres cipreces formaron tu dosel.
Y luego los miraste proscritos, errabundos,
por playas extranjeras llorosos divagar;
y tristes y abatidos los ojos moribundos
te ví volver al cielo cansados de llorar.
Tú sabes cuántas veces con tu dolor aciago
lloré tu desventura, lloré tu destrucción,
así cual de sus muros la ruina y el estrago
lloraron otro tiempo las hijas de Sión.
Y sabes que, cual ellas, colgué de tus palmares
el arpa con que quise tus hechos discantar,
porque al mirar sin tregua correr tu sangre a mares
no pude ni un acorde sonido preludiar.
Mas hoy que ya parece renaces a otra vida,
con santo regocijo descuelgo mi laúd,
para decir al mundo, si te juzgó vencida,
que, fénix, resucitas con nueva juventud;
que ostentas ya por cetro del libre el estandarte
y por dosel tu cielo de nácar y zafir,
y vas con el progreso, que vuela a iluminarte,
en pos del que te halaga brillante porvenir;
que ya tus nuevos hijos se abrazan como hermanos,
y juran devolverte tu angustia dignidad,
y entre ellos no se encuentran ni siervos ni tiranos,
y paz y bien nos brindan unión y libertad.
¡Oh Patria idolatrada!
Ceñida de alta gloria
prepárate a ser reina del mundo de Colón:
tu rango soberano te guarda ya la historia,
la fama te presenta tu lauro y tu blasón.
Salomé Ureña de Henríquez el 21 de octubre de 1850 nace en
la ciudad de Santo Domingo (República Dominicana) Salomé Ureña de Henríquez
(nombre de nacimiento Salomé Ureña Díaz).
Alumna de Eugenio María de Hostos, sus obras se centran en
el amor a la patria y en su entorno familiar.
A los 20 años casó con Don Francisco Henríquez y Carvajal(más
tarde presidente de la República Dominicana; de esta unión nacieron cuatro
hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña.
Alrededor de 1881, Salomé fue animada por su marido para
abrir el primer centro de educación superior para mujeres jóvenes en la
República Dominicana, lo cual hizo el 3 de noviembre de ese año bajo el nombre
de “Instituto de Señoritas”. En los próximos cinco años, las primeras seis
mujeres se graduaron de maestras en el Instituto, algo poco común en ese
momento. Años después de su muerte, el instituto fue bautizado con su nombre.
Su vida fue corta. A los 47 años dejó de existir 6 de marzo
de 1897.
Salomé Ureña es considerada una de las grandes
poetisas de América.
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