Difunta al gusto ya, viva a la pena;
venturoso en su error por conocello;
fuentes sus luces que con curso bello
del rostro humedecían la azucena;
tempestuosa la faz,
la alma serena;
embargados los pies, libre el cabello;
de vanidad desnudo el limpio cuello;
llora deidad la que encantó sirena.
Vanos aires dejando
fugitiva
mar de diluvio es y en copia tanta
yerros deshace y sale de cautiva,
con llanto riega la
más bella planta,
y si el peso de culpas la derriba
el aire de suspiros la levanta.
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