BAR SERRAVALLE POEMA DE CARLOS BASABE.
Llegada la tardecita, caía al bar la gringada
reuniendo a los inmigrantes, entre bochas y algazara
¡un buen vasito de vino!, cervezas y una picada
Era "El bar de Serravalle" una especie de Embajada
frente a la naciente Iglesia, (confesionario de parias)
allí todos los domingos, los fieles cruzan la calle
entregándose a otro culto, "el culto de la velada"
Habían dos canchas de bochas, juego traido de Italia
un techo sobre cumbreras, unas mesitas de tablas
platos con jamón y pan, y, "el que pierde siempre paga!
voces fuertes que animaban la partida a la distancia
En el interior del bar, cuatro mesas, mucha charla
una partida de "murra", un truco, una generala
y ese tufillo de aromas, hecho de vinos y grapas
el mozo siempre dispuesto, con la bandeja lustrada
Fué durante muchos años, don "Rugero Serravalle"
Cónsul de esos inmigrantes, cotejando la palabra
les dió cobijo de amigo, fué su mano compañera
hasta que Dios dijo ¡basta!, concluyendo la jugada
¡Que hermosa que fue Regina!, en épocas ya pasadas!
¡cuánto trabajo costó, solo con picos y palas!
vergel del Valle Sureño, siempre serás mi añoranza
por eso siempre te nombro, consultando mi guitarra.
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