domingo, 19 de octubre de 2014

LOS POEMAS DE CÁTULO CASTILLO. AUTOR DEL TANGO "TINTA ROJA" EN LA VERSIÓN DEL URUGUAYO DON ALFREDO ZITARROZA .

Ovidio Cátulo González Castillo nació el 6 de agosto de 1906  y falleció en Paso del Rey el 19 de octubre de 1975 fue un conocido poeta y compositor argentino de tango.
Autor, entre otros, de conocidos tangos como "Organito de la tarde", "Tinta Roja" (1941).

TINTA ROJA
Paredón,
tinta roja en el gris
del ayer...
Tu emoción
de ladrillo feliz
sobre mi callejón
con un borrón
pintó la esquina...

Y al botón
que en el ancho de la noche
puso el filo de la ronda
como un broche...
Y aquel buzón carmín,
y aquel fondín
donde lloraba el tano
su rubio amor lejano
que mojaba con bon vin.

¿Dónde estará mi arrabal?
¿Quién se robó mi niñez?
¿En qué rincón, luna mía,
volcás como entonces
tu clara alegría?
Veredas que yo pisé,
malevos que ya no son,
bajo tu cielo de raso
trasnocha un pedazo
de mi corazón.

Paredón
tinta roja en el gris
del ayer...
Borbotón
de mi sangre infeliz
que vertí en el malvón
de aquel balcón
que la escondía...

Yo no sé
si fue el negro de mis penas
o fue el rojo de tus venas
mi sangría...
Por qué llegó y se fue
tras del carmín
y el gris
fondín lejano,
donde lloraba un tano
sus nostalgias de bon vin.

EL TANGO "TINTA ROJA" EN LA VERSIÓN DEL URUGUAYO DON ALFREDO ZITARROZA .
 
Otras de las obras memorables es el vals Caserón de tejas  con música de Sebastián Piana,  El último café (año 1963, con música de Héctor Stamponi). El tango La calesita que compusiera con Mariano Mores inspiró el filme del mismo nombre dirigido en 1962 por Hugo del Carril y el tango de letra trágica Desencuentro una realidad que pinta de un hombre que le van las cosas y tiene mala suerte.

TANGO DESENCUENTRO POR EDMUNDO RIVERO.


Estás desorientado y no sabés
qué “trole” hay que tomar para seguir.
Y en este desencuentro con la fe
querés cruzar el mar y no podés.

La araña que salvaste te picó
–¿qué vas a hacer?–
y el hombre que ayudaste te hizo mal
–¡dale nomás!–.
Y todo el carnaval
gritando pisoteó
la mano fraternal
que Dios te dio.

¡Qué desencuentro!
¡Si hasta Dios está lejano!
Temblás por dentro,
todo es cuento, todo es vil.

En el corso a contramano
un grupí trampeó a Jesús...
No te fíes ni de tu hermano,
se te cuelgan de la cruz...

Quisiste con ternura y el amor
te devoró de atrás hasta el riñón.
Se rieron de tu abrazo y ahí nomás
te hundieron con rencor todo el arpón.

Amargo desencuentro, porque ves
que es al revés...
Creíste en la honradez
y en la moral,
¡qué estupidez!
Por eso en tu total
fracaso de vivir,
ni el tiro del final
te va a salir.

Su padre José González Castillo, de ideología anarquista, pretendió inscribirlo en el Registro Civil como Descanso Dominical González Castillo, pero como se lo negaron sus amigos le convencieron para que cediera y entonces le anotó con el nombre con el que finalmente pasó a la historia.

Y para el final y cierre María una letra de Cátulo Castillo que son de esos tangos que cuando se lee la letra o se los escucha le descubre algo nuevo…

Acaso te llamaras
solamente María;
no sé si eras el eco
de una vieja canción,
pero hace mucho, mucho,
fuiste hondamente mía
en un paisaje triste
desmayado de amor.

El otoño te trajo
mojando de agonía
tu sombrerito pobre
y el tapado marrón.
Eras como la calle
de la melancolía
que llovía, llovía
sobre mi corazón.

María,
en las sombras de mi pieza
es tu paso el que regresa;
María,
es tu voz pequeña y triste,
la del día que dijiste:
ya no hay nada entre los dos.
María,
la mas mía la lejana,
si volviera otra mañana
por las calles del adiós...

Tus ojos eran puertos
que aguardaban ausentes
su horizonte de sueños
y un silencio de flor
pero tus manos buenas
regresaban clementes
para curar mi fiebre,
desteñidas de amor.

Un otoño te trajo,
tu nombre era María,
y nunca supe nada
de tu rumbo infeliz.
Eras como el paisaje
de la melancolía
que llovía, llovía
sobre la calle gris.



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