como un bailarín
que trepa en cada salto
al trampolín más alto.
Y a fuerza de soñar,
nos puede hacer creer
lo fácil que es volar.
Bailarín...
llevas en tu andar
algo muy afin,
a un aletear de alondras
danzando por milonga.
La piel de la milonga
es como un sentimiento
que enciende, que prolonga
el dulce amor del viento...
El viento ríe y llora,
la envuelve entre sus brazos,
la ronda, la enamora,
la lleva hasta el confín.
La enreda en cada paso,
igual que un bailarín.
¡Bailarín!...
Tu milonga va...
tu con ella ve...
Y en puntitas de pie
¡Ámala!...
¡Viento... Baila... Baila... Viento!
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