sábado, 17 de septiembre de 2016

JAQUE A LA REINA de Silvia Angélica Montoto de Lazzeri.


JAQUE A LA REINA.

Marisa recorrió los senderitos de piedras blanqueados a la cal.


Era día de los Santos Difuntos y todas las sepulturas estaban colmadas de flores.

Algunas con velas encendidas, con coronas artesanales otras, muchas también abandonadas, casi borradas por el viento y la lluvia.

Numerosos eran los visitantes que iban y venían y, de tanto en tanto en algún cruce de senderos, se juntaban para entablar alguna conversación circunstancial.

Hacía calor, Marisa tenía la frente perlada de sudor y los pies hinchados.

Se detuvo varias veces para descansar y leer algunas lápidas cuyos nombres le resultaban familiares.

Finalmente llegó al lugar donde se hallaban sepultados sus padres. Mientras reponía las flores con agua fresca en los floreros y lustraba el bronce de las placas, una mueca, casi una sonrisa, se dibujó en su rostro.

Decir que Marisa sonreía ante la imagen solemne de una sepultura, quizá parezca paradógico, pero su pensamiento no podía abstraerse del recuerdo de aquellos dos seres, que en vida, ni remotamente hubieran elegido descansar juntos a la hora de la muerte.

Fue idea de sus hermanos, y ella, en el momento no se opuso, ¡Total en qué cambiaban las cosas! …Era una forma de seguir guardando las apariencias.
-¡No te preocupes papá!- dijo, y se sorprendió hablando sola en voz alta. ¡Sabré guardar tu secreto!...

Pasó la mano por el mármol, volvió a retocar las flores y comenzó a retirarse léntamente, mientras por su mente rodaban los recuerdos.

Aquella historia de amor de su padre, en la que quizá pudo encontrar la felicidad en los últimos años de su vida, fue el gran secreto que ella prometió guardar para siempre.

Sólo ella conoció a la mujer con la que su padre llevó una vida paralela a su matrimonio, que por otra parte, sólo era una falsa apariencia ante la sociedad, y la muchacha lo sabía.

La casualidad hizo que Marisa fuera cómplice de aquella relación.


Había sido hacía mucho tiempo, cruzando la plaza una tardecita de abril, en que las hojas de los tilos comenzaban su lluvia dorada sobre los canteros del parque.

Marisa salía de la facultad y caminaba enfrascada en sus pensamientos. Sólo el rumor de las hojas bajo sus pies la acompañaba.

De pronto, una pareja tomada de la mano apareció en el otro extremo del caminito y se sentó en un banco junto al cerco de retamas.

La figura del hombre, aún a la distancia, le era familiar. Una idea que, hasta le pareció ridícula, cruzó su mente.

-¡Qué parecido a papá!...

En ese instante una pelota perdida lanzada por unos niños que jugaban en el parque cayó al pie de la pareja.

El hombre se levantó para devolverla a sus dueños y su imagen plena quedó ante los ojos de Marisa.

Era su padre.-

Casi por instinto miró a la mujer que lo acompañaba. Era bastante más joven que él. Sonreía recostada en su hombro con gesto cariñoso.

Marisa siguió avanzando y quedaron casi frente a frente a pocos metros de distancia.

Había asombro en los ojos de la muchacha. Confusión en los del hombre maduro.

Él se adelantó y trató de explicarle, pero como ahora frente a su tumba, las palabras de su hija sólo fueron:

-¡No te preocupes papá, sabré guardar tu secreto!...

-¡Cuántos años han pasado! – dijo subrayando la frase con un suspiro.

Caminó hacia la salida del cementerio, pero a pocos metros se detuvo y dejó una flor sobre la tumba abandonada del gran amor de su padre.

-¡Fueron sólo piezas de ajedrez! _ Pensó con resignación – La partida de la vida ha terminado y los tres descansan en la misma caja!... 


Silvia Angélica Montoto.


SILVIA ANGÉLICA MONTOTO DE LAZZERI  es una escritora patagónica que nació en Marquinchao, centro de la meseta en la Línea Sur de la provincia de Río Negro. Se radicó en la adolescencia en  Ciudad de Villa Regina. 
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Villa Regina y terciarios en el Instituto Superior de Formación y Perfeccionamiento Docente de Villa Regina. Se desempeñó la actividad docente en niveles primario y secundario siendo orientadora pedagógica del Plan Nacional de Alfabetización entre los años 1984 y 1989. 
En 1980 se hace acreedora al segundo premio en el Concurso de Poesías a nivel nacional "Dr. Gregorio Álvarez” con el poema "Un árbol, un hijo, un libro" y en el mismo concurso recibe una mención especial por el poema "Plegaria de un ciego".
Tiene varios libros entre ellos, podemos mencionar, Antología de Expresiones Literarias de Neuquén (1977), "Vuelo de palomas" publicado en 1983 en los talleres gráficos de la Organización de Escuelas Parroquiales (Or.Es.Pa) de Villa Regina. En diciembre de 1983 obtiene una mención especial en el Concurso Nacional de Poesías QUIJOTE DE PLATA con el poema "Para llegar al sur", publicado en el libro "Duendes" (1985, Editorial Amarú, Bs. As.)
En diciembre de 1989 publica el libro de poesías "Ocaso de los grillos" (Editorial Amaru, Buenos Aires).
En 1994 publica otro libro de poesías "Luna, retamas y sueños"(Editorial Esquel S.A., Chubut).
Residió en la Ciudad de San Carlos de Bariloche (provincia de Río Negro). Por Resolución N° 299-04  de la Ciudad de Bariloche reconoce con el "Premio al Mérito" a la escritora Silvia Montoto de Lazzeri por su producción literaria.
"Otro gallo cantaría y otros cuentos" (Ediciones Artesanales "La Lámpara, 2004) es su primer libro en prosa ilustrado por el reconocido artista plástico Juan Marchessi así como toda su obra literiaria fue declarada de interés provincial por la Legislatura de Río Negro.
La Municipalidad de Villa Regina lo declaró de interés municipal.
El cuento “La viuda del ferroviario” recibió el diploma la distinción en la S.A.D.E. (Sociedad de Escritores Patagónicos).
"La Libélula” (Ediciones Artesanales "La Lámpara,2009) es una obra de cuarenta y tres cuentos que por Declaración Nº 160/09  de la Legislatura de Río Negro se lo considera de interés cultural, educativo y social.

Silvia reside actualmente en Las Grutas y dirige un taller literario en las instalaciones de la biblioteca local, Comandante Luis Piedra Buena.

1 comentario:

mariarosa dijo...

Que buena historia y que bien escrita.
Gracias Guillermo por traerla a tu blog, al menos yo no la consocia. Es de esas joyas que el común de la gente no conocemos.

maroarosa