martes, 24 de enero de 2017

Llorar a lágrima viva... Oliverio Girondo.

Llorar a lágrima viva...

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Oliverio Girondo.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires el 17 de agosto de 1891 Oliverio Girondo es considerado un símbolo de innovación y de vanguardia poética.
Incursionó en la traducción con una obra de Rimbaud, aprovechando el privilegio de haber aprendido lenguas extranjeras en su infancia.
Cabe mencionar que su esposa fue la también poetisa Norah Lange quien conoce en 1926, en un almuerzo organizado en honor a Ricardo Güiraldes,  con la cual se casaría en 1943 y con quien emprendería innumerables viajes.
Falleció el 24 de enero de 1967, luego de haber padecido durante unos años un estado de discapacidad física provocado por un accidente.

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