miércoles, 11 de diciembre de 2024

El tango de Jorge Luis Borges.


El tango.

¿Dónde estarán? pregunta la elegía

de quienes ya no son, como si hubiera

una región en que el Ayer, pudiera

ser el Hoy, el Aún, y el Todavía.

 

¿Dónde estará? (repito) el malevaje

que fundó en polvorientos callejones

de tierra o en perdidas poblaciones

la secta del cuchillo y del coraje?

 

¿Dónde estarán aquellos que pasaron,

dejando a la epopeya un episodio,

una fábula al tiempo, y que sin odio,

lucro o pasión de amor se acuchillaron?

 

Los busco en su leyenda, en la postrera

brasa que, a modo de una vaga rosa,

guarda algo de esa chusma valerosa

de Los Corrales y de Balvanera.

¿Qué oscuros callejones o qué yermo

del otro mundo habitará la dura

sombra de aquel que era una sombra oscura,

Muraña, ese cuchillo de Palermo?

 

¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos

se apiaden) que en un puente de la vía,

mató a su hermano, el Ñato, que debía

más muertes que él, y así igualó los tantos?

 

Una mitología de puñales

lentamente se anula en el olvido;

Una canción de gesta se ha perdido

entre sórdidas noticias policiales.

 

Hay otra brasa, otra candente rosa

de la ceniza que los guarda enteros;

ahí están los soberbios cuchilleros

y el peso de la daga silenciosa.

¿Dónde estarán? pregunta la elegía

de quienes ya no son, como si hubiera

una región en que el Ayer, pudiera

ser el Hoy, el Aún, y el Todavía.

 

¿Dónde estará? (repito) el malevaje

que fundó en polvorientos callejones

de tierra o en perdidas poblaciones

la secta del cuchillo y del coraje?

 

¿Dónde estarán aquellos que pasaron,

dejando a la epopeya un episodio,

una fábula al tiempo, y que sin odio,

lucro o pasión de amor se acuchillaron?

 

Los busco en su leyenda, en la postrera

brasa que, a modo de una vaga rosa,

guarda algo de esa chusma valerosa

de Los Corrales y de Balvanera.

 

¿Qué oscuros callejones o qué yermo

del otro mundo habitará la dura

sombra de aquel que era una sombra oscura,

Muraña, ese cuchillo de Palermo?

 

¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos

se apiaden) que en un puente de la vía,

mató a su hermano, el Ñato, que debía

más muertes que él, y así igualó los tantos?

 

Una mitología de puñales

lentamente se anula en el olvido;

Una canción de gesta se ha perdido

entre sórdidas noticias policiales.

 

Hay otra brasa, otra candente rosa

de la ceniza que los guarda enteros;

ahí están los soberbios cuchilleros

y el peso de la daga silenciosa.

 

Aunque la daga hostil o esa otra daga,

el tiempo, los perdieron en el fango,

hoy, más allá del tiempo y de la aciaga

muerte, esos muertos viven en el tango.

 

En la música están, en el cordaje

de la terca guitarra trabajosa,

que trama en la milonga venturosa

la fiesta y la inocencia del coraje.

 

Gira en el hueco la amarilla rueda

de caballos y leones, y oigo el eco

de esos tangos de Arolas y de Greco

que yo he visto bailar en la vereda,

 

en un instante que hoy emerge aislado,

sin antes ni después, contra el olvido,

y que tiene el sabor de lo perdido,

de lo perdido y lo recuperado.

 

En los acordes hay antiguas cosas:

el otro patio y la entrevista parra.

(Detrás de las paredes recelosas

el Sur guarda un puñal y una guitarra.)

 

Esa ráfaga, el tango, esa diablura,

los atareados años desafía;

hecho de polvo y tiempo, el hombre dura

menos que la liviana melodía,

 

que solo es tiempo. El Tango crea un turbio

pasado irreal que de algún modo es cierto,

el recuerdo imposible de haber muerto

peleando, en una esquina del suburbio.

Fragmentos de un evangelio apócrifo.

3. Desdichado el pobre en espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra.
 
4. Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto.
 
5. Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria.
 
6. No basta ser el último para ser alguna vez el primero.
 
7. Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen.
 
8. Feliz el que perdona a los otros y el que se perdona a sí mismo.
 
9. Bienaventurados los mansos, porque no condescienden a la discordia.
 
10. Bienaventurados los que no tienen hambre de justicia, porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es obra del azar, que es inescrutable.
 
11. Bienaventurados los misericordiosos, porque su dicha esta en el ejercicio de la misericordia y no en la esperanza de un premio.
 
12. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ven a Dios.
 
13. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque les importa más la justicia que su destino humano.
 
14. Nadie es la sal de la tierra, nadie, en algún momento de su vida, no lo es.
 
15. Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.
 
16. No hay mandamiento que no pueda ser infringido, y también los que digo y los que los profetas dijeron.
 
17. El que matare por la causa de la justicia, o por la causa que el cree justa, no tiene culpa.
 
18. Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.
 
19. No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.
 
20. Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide.
 
24. No exageres el culto de la verdad; no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces.
 
25. No jures, porque todo juramento es un énfasis.
 
26. Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiriere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.
 
27. Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.
 
28. Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.
 
29. Hacer el bien a tu enemigo es el mejor modo de complacer tu vanidad.
 
30. No acumules oro en la tierra, porque el oro es padre del ocio, y este, de la tristeza y del tedio.
 
31. Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error.
 
32. Dios es mas generoso que los hombres y los medirá con otra medida.
 
33. Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.
 
34. Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar . . .
 
39. La puerta es la que elige, no el hombre.
 
40. No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser peores o mejores.
 
41. Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena...
 
47. Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.
 
48. Felices los valientes, los que aceptan con animo parejo la derrota o las palmas.
 
49. Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán luz a sus días.
 
50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.
 
51. Felices los felices.

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges  nacido, en la casa de sus abuelos maternos, en la calle Tucumán 840. Vivió en Palermo (por entonces era un suburbio de Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. 

"Su árbol genealógico lo entronca con ilustres familias argentinas de estirpe criolla y anglosajona, así como también española y portuguesa. Desciende de militares como Francisco Borges Lafinur —su abuelo paterno—, un coronel uruguayo; Edward Young Haslam —su bisabuelo paterno—, un poeta romántico que editó uno de los primeros periódicos ingleses del Río de Plata, el Southern Cross; Manuel Isidoro Suárez —su bisabuelo materno—, un coronel de las guerras de la Independencia; Juan Crisóstomo Lafinur —su tío abuelo paterno—, un poeta argentino autor de composiciones románticas, patrióticas y profesor de Filosofía; e Isidoro de Acevedo Laprida —su abuelo materno—, un militar que luchó contra Juan Manuel de Rosas" (Wikipedia).

"En 1945 se instaura el peronismo en Argentina, y su madre Leonor y su hermana Norah son detenidas por hacer declaraciones contra el nuevo régimen: habrán de acarrear, como escribió muchos años después Borges, una "prisión valerosa, cuando tantos hombres callábamos", pero lo cierto es que, a causa de haber firmado manifiestos antiperonistas, el gobierno de Juan Domingo Perón lo apartó al año siguiente de su puesto de bibliotecario y lo nombró inspector de aves y conejos en los mercados, cruel humorada e indeseable honor al que el poeta ciego hubo de renunciar, para pasar, desde entonces, a ganarse la vida como conferenciante" (Biografía y vidas).

Fue un escritor de cuentos, ensayos y poemas considerado una figura clave tanto para la literatura en habla hispana como para la literatura universal.​ También fue bibliotecario, profesor, conferencista y traductor.

Fallece en Ginebra (Suiza) el 14 de junio de 1986.


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