viernes, 7 de septiembre de 2012

EL TANGO - Autor: Jorge Luis Borges.

El tango de Jorge Luis Borges - 1964.

¿Dónde estarán?, pregunta la elegía
 de quienes ya no son, como si hubiera
 una región en que el Ayer pudiera
 ser el Hoy, el Aún y el Todavía.

¿Dónde estará (repito) el malevaje
 que fundó, en polvorientos callejones
 de tierra o en perdidas poblaciones,
 la secta del cuchillo y del coraje?

¿Dónde estarán aquellos que pasaron,
 dejando a la epopeya un episodio,
 una fábula al tiempo, y que sin odio,
 lucro o pasión de amor se acuchillaron?

Los busco en su leyenda, en la postrera
 brasa que, a modo de una vaga rosa,
 guarda algo de esa chusma valerosa
 de los Corrales y de Balvanera.

¿Qué oscuros callejones o qué yermo
 del otro mundo habitará la dura
 sombra de aquel que era una sombra oscura,
 Muraña, ese cuchillo de Palermo?

¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos
 se apiaden) que en un puente de la vía,
 mató a su hermano el Ñato, que debía
 más muertes que él, y así igualó los tantos?

Una mitología de puñales
 lentamente se anula en el olvido;
 una canción de gesta se ha perdido
 en sórdidas noticias policiales.

Hay otra brasa, otra candente rosa
 de la ceniza que los guarda enteros;
 ahí están los soberbios cuchilleros
 y el peso de la daga silenciosa.

Aunque la daga hostil o esa otra daga,
 el tiempo, los perdieron en el fango,
 hoy, más allá del tiempo y de la aciaga
 muerte, esos muertos viven en el tango.

En la música están, en el cordaje
 de la terca guitarra trabajosa,
 que trama en la milonga venturosa
 la fiesta y la inocencia del coraje.

Gira en el hueco la amarilla rueda
 de caballos y leones, y oigo el eco
 de esos tangos de Arolas y de Greco
 que yo he visto bailar en la vereda,

en un instante que hoy emerge aislado,
 sin antes ni después, contra el olvido,
 y que tiene el sabor de lo perdido,
 de lo perdido y lo recuperado.

En los acordes hay antiguas cosas:
 el otro patio y la entrevista parra.
 (Detrás de las paredes recelosas
 el Sur guarda un puñal y una guitarra.)

Esa ráfaga, el tango, esa diablura,
 los atareados años desafía;
 hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
 menos que la liviana melodía,
 que sólo es tiempo. El tango crea un turbio
 pasado irreal que de algún modo es cierto,
 un recuerdo imposible de haber muerto
 peleando, en una esquina del suburbio.



1 comentario:

Alicia Abatilli dijo...

El tango y esa nostalgia que no se va, no quiere.
Abrazos.