viernes, 16 de noviembre de 2012

Rechazos de Néstor Tkaczek.

 
JAVIER MARÍAS.
Te habrás enterado de que hace unos días el escritor español Javier Marías (1951) rechazó el premio literario de narrativa más importante de su país, el Premio Nacional de Narrativa, otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y con él renunció a ni más ni menos que 20.000 euros. Apenas enterado de su triunfo, el autor de "Mañana en la batalla piensa en mí" convocó a una conferencia para informar de las razones de su rechazo. Descartó de plano una razón política, dijo que cualquiera hubiese sido el gobierno él lo mismo lo rechazaría. "He rechazado toda remuneración que procediera del erario", dijo el escritor. "He dicho en no pocas ocasiones que en el caso de que se me concediera no podría aceptar premio alguno. Ahora que se da el caso, sería aprovechado desdecirme de lo manifestado. Confío en que no se tome mi postura como un feo. Lamento no poder aceptar lo que en otras épocas habría sido motivo de alegría". Luego expresó su deseo de que ese dinero fuera destinado a las bibliotecas públicas.
JEAN PAUL SARTRE.
En el caso de Marías, un escritor que evidentemente no necesita ni de la fama ni del dinero del premio, su negativa tiene mucho de coherencia y por supuesto algo de vanidad, quién lo duda. No es el primer hombre de letras que ha rechazado un premio y su jugoso emolumento, hay ejemplos ilustres a lo largo de la historia literaria. Recuerdo en especial el rechazo del Nobel de literatura por el filósofo y literato Jean Paul Sartre (1905-1980), quien en una carta dirigida a la Academia Sueca unos meses antes de que fuera galardonado en 1964, les advertía que se lo sacara de la postulación y que no se lo concedieran ya que el premio lo pondría en la descortés situación de tener que rechazarlo. Y así fue. Las reacciones en el mundo intelectual francés fueron virulentas, entre los epítetos estaba el de "resentido", ya que para muchos no lo recibió porque se lo habían dado antes a A. Camus. El autor de "La náusea" explicó que el premio en plena Guerra Fría tenía un marcado tinte político y que por ello no quería ser utilizado ni por el capitalismo ni por el comunismo. Aceptarlo hubiese sido perder la libertad de pensamiento que todo intelectual jamás debe perder.
BORIS PASTERNAK.
Una situación diferente fue el del escritor ruso Boris Pasternak (1890-1960). En 1958 se le concede el Nobel por su monumental novela "Doctor Zhivago", obra prohibida en la entonces Unión Soviética. Pasternak agradeció profundamente a la Academia Sueca tal premio; pero días después, presionado por el gobierno, tuvo que rechazarlo contra su voluntad en otra misiva: "Considerando el significado que este premio ha tomado en la sociedad a la que pertenezco, debo rechazar este premio inmerecido que se me ha concedido. Por favor, no tomen esto a mal". Veintinueve años después de su muerte, su hijo cumplió la íntima voluntad de su padre y recibió en su nombre el Premio Nobel de Literatura de 1958.
RODRIGO REY ROSA.
Hay otros casos menos ilustres como el del escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, quien rechazó el Premio Nacional de Literatura y pidió que el dinero se utilice para la creación de un premio destinado a los literatos indígenas. También en Argentina un intelectual con todas las letras como fue David Viñas renunció en 1991 a los veinticinco mil dólares de la Beca Guggenheim como un homenaje a sus hijos desaparecidos. Ambas decisiones fueron polémicas y suscitaron opiniones no siempre desinteresadas. Por lo pronto, sepan que si este cronista obtiene la sortija de algún calesita de premio, no piensa rechazarlo.
DAVID VIÑAS.
 
NOTA DE RINCÓN BARDA SUREÑA:
El siguiente artículo de Néstor Tkaczek fue publicado en la columna Palimpsestos del diario "Río Negro" (edición Nro. 23085), jueves 15 de noviembre de 2012,  página 43.
Las fotos ilustrativas pura ocurrencias mías.
Y la coincidencia con el autor de manera total del final del mismo.

1 comentario:

mariarosa dijo...

Muy buena nota, hay hombres que defienden sus principios contra viento y marea y me parece bien.
Mis tres premios por cuentos han sido tan humildes que no los he rechazado. Un libro. Un reloj y una obra de arte de una creadora argentina.
Interesante entrada.


mariarosa