sábado, 12 de abril de 2014

PROFECÍA DE RAFAEL DE LEÓN.


"Y me bendijo a mi mare; 

y me bendijo a mi mare. 

Diez séntimos le di a un pobre 
y me bendijo a mi mare. 
¡Ay! qué limosna tan chiquita, 
qué recompensa tan grande. 
¡Qué limosna tan chiquita, 
qué recompensa tan grande!" 

¿A dónde vas tan deprisa 
sin desirme ni ¡con Dió!? 
Me puedes mirá de frente, 
que estoy enterao de tó. 
Me lo contaron ayer 
las lenguas de doble filo, 
que te casaste hase un mé 
y me quedé tan tranquilo. 
Otro cualquiera en mi caso, 
se hubiera echao a llorá, 
yo, crusándome de brasos 
dije que me daba iguá. 
Y ná de pegarme un tiro 
ni liarme a mardisiones 
ni apedrear con suspiros 
los vidrios de tus barcones. 
¿Que t'has casao? ¡Buena suerte! 
Vive sien años contenta 
y a la hora de la muerte, 
Dios no te lo tenga en cuenta. 
Que si al pie de los artares 
mi nombre se te borró, 
por la gloria de mi mare 
que no te guardo rencor. 
Porque sin sé tu marío, 
ni tu novio, ni tu amante, 
yo fui quien más t'ha querío, 
con eso tengo bastante. 


-¿Qué tiene er niño, Malena? 
Anda como trastornao, 
tié la carilla de pena 
y el colorsillo quebrao. 
Y ya no juega a la tropa, 
ni tira piedras al río, 
ni se destrosa la ropa 
subiéndose a coger níos. 
¿No te parese a ti extraño, 
no ves una cosa rara 
que un chaval de dose años 
lleve tan triste la cara? 
Mira que soy perro viejo 
y estás demasiao tranquila. 
¿Quieres que te dé un consejo? 
Vigilia, mujé, ¡vigila! 

Y fueron dos sentinela 
los ojitos de mi mare. 
-Cuando sale de la escuela 
se va pa los olivare. 
-Y ¿qué busca allí? -Una niña, 
tendrá el mismo tiempo que él. 
José Migué, no le riñas, 
que está empesando a queré. 
Mi pare ensendió un pitillo, 
se enteró bien de tu nombre, 
te regaló unos sarsillos 
y a mí un pantalón de hombre. 

Yo no te dije "te adoro" 
pero amarré en tu barcón 
mi laso de seda y oro 
de primera comunión. 
Y tú, fina y orgullosa, 
me ofresiste en recompensa 
dos sintas color de rosa 
que engalanaban tus trensas. 
-Voy a misa con mis primos. 
-Bueno, te veré en la hermita. 
Y qué serios nos pusimos 
al darte el agua bendita. 
Mas luego en el campanario, 
cuando rompimos a hablar: 
-Dise mi tita Rosario 
que la sigüeña es sagrá, 
y el colorín, y la fuente, 
y las flores, y el rosío, 
y aquel torito valiente 
que está bebiendo en el río; 
y el bronse de esta campana, 
y el romero de los montes, 
y aquella línea lejana 
que la llaman... ¡horisonte! 
¡Todo es sagrao: tierra y sielo 
porque así lo quiso Dió! 
¿Qué te gusta más? -Tu pelo. 
¡Qué bonito me salió! 
-Pues, ¿y tu boca, y tus brasos, 
y tus manos reonditas, 
y tus pies fingiendo el paso 
de las palomas suritas? 
Con la puresa de un copo 
de nieve te comparé; 
te revestí de piropos 
de la cabesa a los pié. 
A la vuerta te hise un ramo 
de pitiminí,presioso 
y a luego nos retratamos 
en las agüitas de un poso. 
Y hablando de estas pamplinas 
que inventan las criaturas, 
llegamos hasta tu esquina 
cogíos por la sintura. 
Yo te pregunté: -¿En qué piensas? 
Tú dijiste: -En darte un beso. 
Y yo sentí una vergüensa 
que me caló hasta los huesos. 
De noche, muertos de luna, 
nos vimos por la ventana. 
-¡Chssss! Mi hermaniyo está en la cuna, 
le estoy cantando la nana. 

"Quítate de la esquina, 
chiquillo loco, 
que mi mare no quiere 
ni yo tampoco." 

Y mientras que tú cantabas 
yo, inosente me pensé 
que nos casaba la luna 
como a marío y mujé. 

¡Pamplinas! ¡Figurasiones 
que se inventan los chavales! 
Después la vida se impone: 
tanto tienes, tanto vales; 
por eso, yo al enterarme 
que llevas un mes casá, 
no dije que iba a matarme, 
sino que me daba iguá. 
Mas como es rico tu dueño, 
te vendo esta profesía: 
tú, por la noche, entre sueños 
soñarás que me querías, 
y recordarás la tarde 
que mi boca te besó 
y te llamarás "¡cobarde!" 
como te lo llamo yo. 
Y verás, sueña que sueña, 
que me morí siendo chico 
y se llevó la sigüeña 
mi corasón en su pico. 
Pensarás: "no es sierto ná, 
yo sé que lo estoy soñando"; 
pero allá en la madrugá 
te despertarás llorando, 
por el que no es tu marío, 
ni tu novio, ni tu amante, 
sino el que más te ha querío. 
Con eso tengo bastante. 
Por lo demás, tó se orvía. 
Verás cómo Dios te manda 
un hijo como una estrella; 
avísame de seguía, 
me servirá de alegría 
cantarle la nana aquella: 

"Quítate de la esquina, 
chiquillo loco, 
que mi mare no quiere 
ni yo tampoco." 

Pensarás: "no es sierto ná, 
yo sé que lo estoy soñando". 
Pero allá en la madrugá 
te despertarás llorando. 

Porque sin sé tu marío, 
ni tu novio, ni tu amante, 
yo soy... quien más t'ha querío... 
¡Con eso tengo bastante!

"La Profecía" el poema 
de Rafael de León 
en la interpretación de Nati Mistral.


¡Con eso tengo bastante!

1 comentario:

mariarosa dijo...

¡¡Que belleza!!
Me emociona rememorar estos versos que me transportan a un tiempo lejano y de tanta felicidad.
Gracias Guillermo por rescatar a tantos buenos poetas.

Buen domingo.

mariarosa