detenerme para qué,
de poco vale un paisano
sin caballo y en Montiel.
Crucé por Altamirano,
por Sauce Norte crucé,
barro negro y huellas hondas
como endenantes hallé.
De recuerdos y caminos
un horizonte abarqué,
lejos se fueron mis ojos
como rastreando el ayer.
Climaco Acosta ya ha muerto,
Cipriano Vila también,
dos horcones entrerrianos
de una amistad sin revés.
Por eso pasé de largo,
detenerme para qué,
de poco vale un paisano
sin caballo y en Montiel.
Sin canto pasaba el río,
-para qué lo iba a tener-
ancho camino de fugas
callado tiene que ser.
Con mirada de otros años
y otro tiempo contemplé,
sobre un mangrullo de talas,
el palmeral de Montiel.
La sombra de mi caballo,
como en sueños divisé,
se me arrollaban en l'alma
las leguas que anduve en él.
Por eso pasé de largo,
detenerme para qué,
de poco vale un paisano
sin caballo y en Montiel.
En la orilla montielera
tuve un rancho alguna vez,
¿lo habrá volteado el olvido?
¿será tapera? no sé.
tuve un rancho alguna vez,
¿lo habrá volteado el olvido?
¿será tapera? no sé.
Por eso pasé de largo,
detenerme para qué,
¿lo habrá volteado el olvido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario