Adiós a la maestra.
Obrera sublime,
bendita señora:
la tarde ha llegado
también para vos.
¡La tarde, que dice:
descanso!… La hora
de dar a los niños
el último adiós.
Mas no desespere
la santa maestra:
no todo en el mundo
del todo se va;
usted será siempre
la brújula nuestra,
¡la sola querida
segunda mamá!
Pasando los meses,
pasando los años,
seremos adultos,
geniales, tal vez…
¡Mas nunca los hechos
más grandes o extraños
desfloran del todo
la eterna niñez!
En medio a los rostros
que amante conserva
la noble, la pura
memoria filial,
cual una solemne
visión de Minerva,
su imagen, señora,
tendrá su sitial.
Y allí donde quiera
la ley del ambiente
nimbar nuestras vidas,
clavar nuestra cruz,
la escuela ha de alzarse
fantásticamente,
cual una suntuosa
gran torre de luz.
¡No gima, no llore
la santa maestra:
no todo en el mundo
del todo se va!
¡Usted será siempre
la brújula nuestra,
la sola querida
segunda mamá!
2 comentarios:
Si te digo que lo estudie y lo recité en la escuela, hace tantos años que no lo recordaba completo, pero lo recordaba.
Gracias Guillermo, siempre me pregunto; que memoria y que visión tienes para encontrar tantos bellos poemas.
mariarosa
Guillermo: siempre me equivoco y entró con mi otro blog. "Escritos en tu nombre" es un blog que armé con una amiga. No es otra mariarosa, soy yo, siempre la misma.
Un abrazo.
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