Un nuevo corazón, un hombre nuevo
ha menester, Señor, la ánima mía,
desnúdame de mí, que ser podría
que a tu piedad pagase lo que debo.
Dudosos pies por ciega noche llevo,
que ya he llegado a aborrecer el día,
y temo que hallaré la muerte fría
envuelta en (bien que dulce) mortal cebo.
Tu hacienda soy, tu imagen, Padre, he sido,
y si no es tu interés, en mí no creo,
que otra cosa defiende mi partido.
Haz lo que pide verme cual me veo;
no lo que pido yo, pues de perdido,
recato mi salud de mi deseo.
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (1580
– 1645), nació en el seno de una familia de hidalgos, es conocido como
Francisco de Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro constituye uno
de los autores más destacados de la historia de la literatura española. Ostentó
los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de
Santiago.
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