viernes, 9 de junio de 2017

A MEDIA LUZ -TANGO- Letra: Carlos Lenzi/Música: Edgardo Donato (1925).

Corrientes tres cuatro ocho,
segundo piso, ascensor.
No hay porteros ni vecinos.
Adentro, cocktail y amor.
Pisito que puso Maple:
piano, estera y velador,
un telefón que contesta,
una victrola que llora
viejos tangos de mi flor
y un gato de porcelana
pa' que no maulle al amor.

Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos.
Y todo a media luz
crepúsculo interior.
¡Qué suave terciopelo
la media luz de amor!

Juncal doce veinticuatro
Telefoneá sin temor.
De tarde, té con masitas;
de noche, tango y cantar.
Los domingos, tés danzantes;
los lunes, desolación,
Hay de todo en la casita:
almohadones y divanes;
come en botica, cocó;
alfombras que no hacen ruido
y mesa puesta al amor.

Cuando Carlos Lenzi, en Uruguay, puso la letra de "A media luz" sabía de la importancia de la calle Corrientes;  el 348 fue puro azar de los números y que buscó este número que es muy jugado por los quinieleros. Y puede ser...
Cuando Edgardo Donato regresó a la Argentina cuentas que partió rumbo a Corrientes 348 y se encontró con un  taller de reparación de calzados y exclamó: ¿"Y mi nidito de amor?".
Pero lo cierto que es uno de los tangos más populares que compartimos con los uruguayos, que nos une.
Corrientes 3, 4, 8,
segundo piso, ascensor.

El tango "A media luz" un clásico de exportación pertenece a  los uruguayos Carlos Lenzi y Edgardo Donato, cita un famoso departamento, seguramente un "bulín", en Corrientes 3-4-8. Tal número no existía, hasta que en 1978 se colocó una placa alusiva con esa dirección de un garage con un cartel para la foto del turismo. 


El Reginense Carlos Basabe en el sitio A SOLAS CON EL TANGO manifiesta sobre el tema: “Aún se discute si este tango nació en el transcurso de un viaje en tranvía hacia Pocitos, o en el medio de una fiesta ofrecida por la familia Wilson Ferreira, Ambas noticias coinciden en una cosa, que son de origen Montevideano. O sea bastante lejos de la dirección que apuntan en la letra de “Corrientes 348”, ya que se cuenta que los autores se desengañaron al visitar el citado lugar como un vulgar salón de lustrado de zapatos, metido en un hueco descascarado y descuidado. Yo lo aprendí así, ¡y así lo cuento!. Parece ser que la familia Wilson Ferreira festejaba un acontecimiento en su mansión de Montevideo cuando se dieron cuenta de que no habían llamado a nadie para que amenizara. La amistad de uno de ellos con Edgardo Donato o Cesar Lenzi que son los autores, concluye en un pedido de auxilio de último momento. Hacia allí llegaron los músicos que mientras ejecutaban temas que la concurrencia bailaba, uno de ellos toca sin querer un pulsador de la luz dejando en penumbras todo el salón. Solo entraba desde el exterior una tenue luz que llegaba desde la calle a través de los cortinados. En un díalogo rápido uno de los músicos dijo, ¡Ahora bailaremos “A media Luz”.  Los músicos que estaban permanentemente en busca de títulos musicales recibió de respuesta: ¡Que hermoso nombre para un tango!. A partir de ese momento comenzaría el nacimiento de este tango pegajoso y conocido en gran parte del mundo.”

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