Si en la cara de pronto algo te choca
y te envuelve una nube de jejenes,
que alrededor, sin advertirlo, tienes
rebotando en tu frente y en tu boca;
si el olor de las hierbas te sofoca,
y se ciñe a tu nuca y a tus sienes,
y si vas a avanzar y te detienes
porque tus pies resbalan en la roca;
si crujen las tosquillas en el suelo
y al mismo tiempo lucen en el cielo
muy rojo el sol, muy pálida la luna;
si ves el casco viejo de algún bote
prisionero en la red del camalote:
no los dudes, estás en la laguna.
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