Décimas (73): Se calma el ambiente
(o No hay mal que dure
cien años) de Violeta Parra.
"No hay mal que dure cien años
–sentenciaba mi mamita–,
ni cuerpo que lo resista
por grande que sea el daño".
De repente el desengaño
d’este viaje tan sufrí’o
agarra otro colorí’o
llegando al cordón de fierro,
que se olvidaron los perros
de seguir con sus lairí’os.
Fue como brisa marina
la que pasó por la mente
de toitita aquella gente
al traspasar la cortina.
La tard’ estab’ azulina,
verdecito el pastizal;
del tren los hacen bajar
con música al por mayor
qu’empieza mi corazón
su más lindo tecletear.
En una gran estación
baja el cielo a mi nariz,
tanto calor que hay allí
de máquinas a vapor.
Los comunista’ en función
aguardan la comitiva
de América Sur que arriba
con todos sus elementos.
Se anidan los sentimientos
contentos y en armonida.
América allí presente
con sus hermanos del África,
empieza la fiesta mágica
de corazones ardientes,
se abrazan los continentes
por ese momento cumbre
que surge una perdidumbre
de lágrimas de alegría,
se baila y cant’ a porfía,
se acaban las pesadumbres.
Todo está allí en armonía:
el pan con el estrumento,
el beso y el pensamiento,
la pena con l’alegría.
La música se desliza
como cariño de maire,
que s’embelesan los aires
desparramando esperanzas.
"El pueblo tendrá mudanza"
–me digo con gran donaire.
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