jueves, 5 de octubre de 2017

Yo quiero un caballo negro (Atahualpa Yupanqui - Pablo del Cerro).

Yo quiero un caballo negro,
y unas espuelas de plata,
para alcanzar a la vida
que se me escapa
que se me escapa...

Yo quiero un lazo trenzado,
mezcla de toro y guanaco,
para enlazar a esos sueños
que se fugaron
que se fugaron...

Yo quiero, un poncho que tenga
el color de los caminos
para envolverme en la noche
de mi destino
de mi destino...

Caballo... espuelas. y lazo,
¡pienso que no han de servir!
Ya ni el poncho me hace falta.
Voy a dormir...
Voy a dormir...


PABLO DEL CERRO - Atahualpa Yupanqui
Pablo del Cerro
(Saint Pierre et Miquelon, Francia 1908 - Buenos Aires 1990)
por Kolla Chavero
Antonieta Paula Pepin Fitzpatrick (Nenette) nació en la Isla de Saint Pierre et Miquelon (San Pedro y Miguelo) en la costa atlántica del Canadá. Por ser una colonia de Francia, Antonieta nació francesa.
Su padre Emmanuel Victor Pepin era francés y su madre Henriette Fitzpatrick, canadiense de origen irlandés.
Durante la primera guerra la familia se traslada a Francia.
Al poco tiempo muere la madre y la niña es enviada pupila a un colegio de la ciudad de Caen junto a su hermana mayor Jeanne Henriette (Juana Enriqueta).
Ambas hermanas se destacan en algunas artes durante el pupilato: Juana en dibujo y pintura. Antonieta en música y en particular el piano, instrumento por el cual sentiría una pasión que jamás la abandonaría.
Habiendo terminado sus estudios secundarios con las notas más brillantes, Juana se embarca, tiempo después, junto a una compañía de danza rumbo a una gira en el año 1926, que la llevaría al llegar a Buenos Aires a conocer el que sería su primer marido y afincarse en nuestro país.
Al terminar Antonieta sus estudios recibe junto a su padre la invitación de viajar a Argentina para instalarse también.
Lo hacen en 1928 y a partir de allí Antonieta se instala en Villa Ballester con su padre. Prosigue sus estudios de piano, ya avanzados, en el Conservatorio Nacional de Música recibiendo la formación musical de importante profesores de entonces, Pascual de Rogatis, Juan José Castro figuran entre aquellos maestros en composición y armonía.
También comparte estudios con una mujer que luego sería conocida mundialmente por sus investigaciones en materia de folklore: Isabel Aretz.
Antonieta inicia una serie de presentaciones como concertista de piano por el país y, en una de ellas, en 1942 llega a Tucumán, donde después de un concierto solicita a los organizadores escuchar música folklórica de nuestro país.
Allí es dónde se conocen con Atahualpa Yupanqui. Mantienen un vínculo amistoso y años después (1946) empiezan a convivir.
Deja Antonieta su carrera de pianista y se pone al servicio de la obra y el talento de su marido. En tiempo de las persecuciones a las que fué sometido Yupanqui, Nenette ( así la llamaba la familia cariñosamente desde pequeña), se dedicó a su hijo Roberto, nacido en 1948, y a componer junto a Yupanqui.
Eligió como seudónimo Pablo Del Cerro, por Pauline y por su lugar amado, Cerro Colorado.
Nacen así las melodías de Luna Tucumana, el Alazán, Indiecito dormido, Chacarera de las piedras, Agua Escondida, La del Campo y tantas otras que hoy son famosas en el mundo.
En 1961 regresó a su país durante unas vacaciones con su hijo Roberto. Luego, cuando Yupanqui empezó a viajar con frecuencia al exterior, lo acompañaba hasta Paris y allí lo aguardaba en un departamento pequeño que habían alquilado. Tuvo solo un hijo y tres nietos, Paula Muriel y Emiliano.
Falleció en el año 1990 de un paro cardíaco en Buenos Aires y solicitó que sus cenizas, de ser posible, fueran echadas al mar, en el Atlántico norte.
Hoy su obra se considera como una de las obras del canto y de la música popular más importantes de la Argentina.
Un detalle: a pesar de ser una de las compositoras más importante de nuestro país, jamás renunció a su nacionalidad francesa.

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