¡Qué cerca ya del alma
lo que está tan inmensamente lejos
de las manos aún!
Como una luz de estrella,
como una voz sin nombre
traída por el sueño, como el paso
de algún corcel remoto
que oímos, anhelantes,
el oído en la tierra;
como el mar en teléfono...
Y se hace la vida
por dentro, con la luz inestinguible
de un día deleitoso
que brilla en otra parte.
¡Oh, qué dulce, qué dulce
verdad sin realidad aún, qué dulce!
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