miércoles, 6 de julio de 2016

TEJES de Ezequiel Martínez Estrada.



TEJES 
de Ezequiel Martínez Estrada.

Tejes. Callamos. Yo leo, 
que es mi modo de tejer. 
La casa empieza a tener 
frialdad de mausoleo. 

—Hace frío. 
—Sí; hace frío. 
—Pon otro poco de leña. 
En el cuadro un árbol sueña 
y frente a él corre un río. 

—Rafael no viene más. 
—Ya no viene más Irene. 
—¿Y Dora? 
—¿Y Pedro? 
—¿Y Tomás? 
—Ya ninguno de ellos viene. 

Además, ¡cuántos se han ido 
por éste o aquel sendero! 
Otros nacieron, pero 
también los hemos perdido. 

Transcurren unos minutos 
en una quietud tan pura 
que el tejido y la lectura 
son perfectos y absolutos. 

—¿Oyes? Salen de la escuela 
los chicos. 
—Pues, ¿qué hora es? 
Hablan y cantan. Después 
sólo queda una estela. 

—¿Han llamado? 
—Sí, han llamado. 
Nadie ha llamado a la puerta. 
Está la calle desierta 
como un camino olvidado. 

El reloj marca una hora 
cualquiera en la eternidad. 
Esta sí es la soledad. 
Nunca la sentí hasta ahora. 

—Es tarde. 
—Es tarde. 
Cerramos 
la llave de luz. Salimos. 
—Hasta luego. 
Y nos dormimos. 
Y después despertamos.


Ezequiel Martínez Estrada nació el 14 de septiembre de 1895 en San José de la Esquina, una localidad del Departamento Caseros a escasos kilómetros del límite con la provincia de Córdoba, en la provincia argentina de Santa Fe. Fue un autodidacta, pensador nato, cabeza lúcida, desmerecido, negado y silenciado. Autor de "Radiografía de la pampa", "La cabeza de Goliat", "Sarmiento" o "¿Qué es esto? Catilina", “Muerte y transfiguración de Martín Fierro”, entre otras.

En 1949 se radicó en la Ciudad de Bahía Blanca.
Los años del peronismo coincidieron con una neurodermatitis, una enfermedad extremadamente discapacitante de origen psicosomático que lo mantuvo postrado por años en ámbitos hospitalarios y olvidado por casi todos, a excepción de la escritora Victoria Ocampo. Una enfermedad que clasificaron en el nomenclátor de las enfermedades atópicas, es decir, "insólitas". Nunca vistas. Bromeaba Ezequiel Martínez Estrada al denominarla "desbarajuste glandular peronista generalizado".
El gobierno peronista lo había privado de su puesto de trabajo en La Plata, que recuperó en 1956 y fue nombrado profesor extraordinario en la Universidad Nacional del Sur, en la Ciudad de Bahía Blanca. En 1957 asumió la presidencia de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre.
Desde septiembre de 1960 a noviembre de 1962, fue director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Casa de las Américas en La Habana donde estudió en profundidad la obra de José Martí y editó dos libros de discursos de Fidel Castro.
Esta adhesión a la revolución cubana no sería comprendida ni perdonada por los intelectuales argentinos nucleados en torno de la Revista Sur.
Criticado y poco entendido y/o comprendido de él decían, a modo de ejemplos, un Jorge Luis Borges lo consideraba un "sagrado energúmeno"; Raúl Anzoátegui lo consideró "una estatua aficionada a hacer declaraciones"; Ismael Viñas, un "negador a la marchanta"; Jorge Abelardo Ramos, un "intérprete del pensamiento imperialista", Juan José Hernández Arregui, una "inteligencia enteramente colonizada" y desde el periódico “La Vanguardia del Partido Socialista lo consideraban un "amargo, pesimista y desconcertante”…
"Soy un ídolo en desgracia" solía repetir en su casona de la avenida Leandro Alem de Bahía Blanca viviendo, sus últimos años, austeramente de los haberes de su jubilación y de algunas escasas colaboraciones literarias, pobre, olvidado, recluido y enfermo.
Falleció Ezequiel Martínez Estrada un 3 de Noviembre de 1964 en la Ciudad de Bahía Blanca.

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