TEJES
de Ezequiel Martínez Estrada.
Tejes. Callamos. Yo leo,
que es mi modo de tejer.
que es mi modo de tejer.
La casa empieza a tener
frialdad de mausoleo.
—Hace frío.
—Hace frío.
—Sí; hace frío.
—Pon otro poco de leña.
En el cuadro un árbol sueña
y frente a él corre un río.
—Rafael no viene más.
—Rafael no viene más.
—Ya no viene más Irene.
—¿Y Dora?
—¿Y Pedro?
—¿Y Tomás?
—Ya ninguno de ellos viene.
Además, ¡cuántos se han ido
Además, ¡cuántos se han ido
por éste o aquel sendero!
Otros nacieron, pero
también los hemos perdido.
Transcurren unos minutos
Transcurren unos minutos
en una quietud tan pura
que el tejido y la lectura
son perfectos y absolutos.
—¿Oyes? Salen de la escuela
—¿Oyes? Salen de la escuela
los chicos.
—Pues, ¿qué hora es?
Hablan y cantan. Después
sólo queda una estela.
—¿Han llamado?
—¿Han llamado?
—Sí, han llamado.
Nadie ha llamado a la puerta.
Está la calle desierta
como un camino olvidado.
El reloj marca una hora
El reloj marca una hora
cualquiera en la eternidad.
Esta sí es la soledad.
Nunca la sentí hasta ahora.
—Es tarde.
—Es tarde.
—Es tarde.
Cerramos
la llave de luz. Salimos.
—Hasta luego.
Y nos dormimos.
Y después despertamos.
Ezequiel Martínez Estrada nació el 14 de septiembre de 1895 en
San José de la Esquina, una localidad del Departamento Caseros a escasos
kilómetros del límite con la provincia de Córdoba, en la provincia argentina de
Santa Fe. Fue un autodidacta, pensador nato, cabeza lúcida, desmerecido, negado
y silenciado. Autor de "Radiografía de la pampa", "La cabeza de
Goliat", "Sarmiento" o "¿Qué es esto? Catilina", “Muerte
y transfiguración de Martín Fierro”, entre otras.
En 1949 se radicó en la Ciudad de Bahía Blanca.
Los años del peronismo coincidieron con una neurodermatitis,
una enfermedad extremadamente discapacitante de origen psicosomático que lo
mantuvo postrado por años en ámbitos hospitalarios y olvidado por casi todos, a
excepción de la escritora Victoria Ocampo. Una enfermedad que clasificaron en
el nomenclátor de las enfermedades atópicas, es decir, "insólitas".
Nunca vistas. Bromeaba Ezequiel Martínez Estrada al denominarla
"desbarajuste glandular peronista generalizado".
El gobierno peronista lo había privado de su puesto de
trabajo en La Plata, que recuperó en 1956 y fue nombrado profesor
extraordinario en la Universidad Nacional del Sur, en la Ciudad de Bahía
Blanca. En 1957 asumió la presidencia de la Liga Argentina por los Derechos del
Hombre.
Desde septiembre de 1960 a noviembre de 1962, fue director
del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Casa de las Américas en La Habana
donde estudió en profundidad la obra de José Martí y editó dos libros de
discursos de Fidel Castro.
Esta adhesión a la revolución cubana no sería comprendida ni
perdonada por los intelectuales argentinos nucleados en torno de la Revista
Sur.
Criticado y poco entendido y/o comprendido de él decían, a
modo de ejemplos, un Jorge Luis Borges lo consideraba un "sagrado
energúmeno"; Raúl Anzoátegui lo consideró "una estatua aficionada a
hacer declaraciones"; Ismael Viñas, un "negador a la marchanta";
Jorge Abelardo Ramos, un "intérprete del pensamiento imperialista", Juan
José Hernández Arregui, una "inteligencia enteramente colonizada" y
desde el periódico “La Vanguardia del Partido Socialista lo consideraban un
"amargo, pesimista y desconcertante”…
"Soy un ídolo en desgracia" solía repetir en su
casona de la avenida Leandro Alem de Bahía Blanca viviendo, sus últimos años,
austeramente de los haberes de su jubilación y de algunas escasas
colaboraciones literarias, pobre, olvidado, recluido y enfermo.
Falleció Ezequiel Martínez Estrada un 3 de Noviembre de 1964
en la Ciudad de Bahía Blanca.
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