lunes, 10 de junio de 2013

QUE NOCHE DE SUSTOS!!!! por Mariano Giammona.



QUE NOCHE DE SUSTOS!!!!
Era el último día del invierno del año 2010.  Todavía las temperaturas eran muy bajas.

 Haciendo una sobremesa con Eric estábamos en la cocina de la casa, frente al viejo galpón  del  lote uno,  -un verdadero desplayado de piedras, donde todavía remoloneaban algunas vacas buscando los terneros que habían partido para su venta en la feria de General Acha-.

Razonábamos que en pocos días mas la temperatura iba a ir subiendo, y eso hizo que se  acordara  de pedirme alguna riestra de ajos para colgarla en la entrada del rancho y así  ahuyentar a las víboras que con el calor empezarían a merodear en el patio.

Me vino a la memoria aquella tarde calurosa de hacía varios años cuando con el vasco Zubeldía, ya habiendo dormido la siesta,  cerramos la puerta de la habitación, dispuestos a tomarnos unos mates. Después de los primeros amargos, llegó desde los tamariscos el hermano de mi amigo pidiéndome  la jeringa para vacunar.
En la pieza…,  arriba del ropero…, le dije como al pasar….
Al instante  lanzó una exclamación, a la par que suavemente cerraba la puerta que acababa de abrir…
a la pucha ché!!! Hay una yarará en la punta de tu cama!!, -me dijo-,  mientras corría a buscar un palo con qué matarla.
  
Tuvimos suerte, porque por lo visto parece que dormimos juntos la siesta, le dije a Eric,  así que cuidate, porque afuera en su época andan muchas y se arriman a la casa.

Se hicieron como las once y nos fuimos a dormir. Yo, no encontrando ninguna botella vacía de esas de plástico, llené con agua una especie de hielera  redonda de grueso acero inoxidable que usábamos en la mesa para preparar vino “estirado”, y la acomodé al costado de la cama, junto al reloj y  los zapatos.

Como a las dos de la mañana, me dio mucha sed la panceta salada de  jabalí que habíamos comido, y alargando  el brazo en busca del agua,  me vino a la mente la historia de la víbora. No sé si fue sugestión  producto de la charla, pero recogí la mano, porque intuía que había una serpiente bebiendo agua en mi jarro.
Me bajé por la punta de la cama y  fui cauteloso hasta la perilla de la luz.
No pasa nada –me dije-, es solo un pensamiento tonto razoné!.
Encendí la luz, y allí, a no más de metro y medio, estaba ella… mirándome fijo con sus ojos que parecían dos luces dicroicas. Su panza apoyada en el borde del jarro, su cabeza erguida.

Corrí a oscuras hacia el resplandor de la estufa en busca de un leño.

Rápido como un rayo le tiré un brutal  palazo,  que con mala suerte erró a la serpiente y pegó en la hielera  haciendo un  fuerte estruendo…
EL RUIDO ME DESPERTÓ…
Tembloroso me dí vuelta con bronca y estiré el brazo hacia el lado vacío de mi cama de dos plazas…
el corazón se me paralizó cuando toqué  aquella cosa dura y rugosa…, pensando que era la cabeza  del reptil,…

Respiré tranquilo recién  cuando me di cuenta que solo era el inofensivo corcho de la damajuana que había puesto entre las sábanas para espantar a los calambres…

Mariano Giammona: nacido en la Ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, Argentina es Contado Público, Lic. en Economía y Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad de La Plata. Es un rionegrino por adopción y sentimiento que se radicó en la Ciudad de Villa Regina en el año 1973 que la hizo propia. Desde 1996 reside en Viedma (Capital de la Provincia de Río Negro).
Ahora dedicado a escribir. Descendiente de familia de  inmigrantes sicilianos escribió un libro "La sirena del Vapor" que es la historia de  los inmigrantes,  del desarraigo y cultura con un aporte de vivencias personales e incursionó en los cuentos cortos que me encantan y es un gusto compartir en RINCÓN BARDA SUREÑA y agradecerle la gentileza de vuestros envíos para publicarlos. 
El Correo electrónico para quienes desean contactarse con el autor: mgiammona2002@hotmail.com

1 comentario:

mariarosa dijo...

Muy buena historia. El vino y el miedo juntos nos dan sobresaltos alguna veces.

mariarosa