Decía Marcelo Berbel ese neuquino con la Patagonia metida hasta el caracú:
"La ventaja de los patagónicos es que siempre escribimos verdades. No escribimos con un mapa en la mano, pero nuestros temas, o por lo menos los míos, transcurren en el lugar donde sucedieron las cosas. "La pasto verde" o "El piñonero" son verdades, experiencias; "El embudo" no es ninguna exageración".
Tengo las manos partidas
de hacer ladrillos ajenos,
se está metiendo en mi sangre
el barro del pisadero.
Hay días que me parece
chapalear en un chiquero
mirando aquellas casonas
que se han hecho con mi esfuerzo
y yo no tengo ni un rancho
pa'decir "aquí me muero".
Cada quincena que pasa
se me viene abajo un sueño,
el patrón no me asejuta
mas siempre le estoy debiendo,
tan solo me limpio el barro
cuando me tiño de vino
mirando pasar la vida
echa carga rumbo al pueblo,
y pensando que se llevan
mi sudor en los ladrillos.
En veces paso jornadas
sin mirar en cómo es el cielo,
me estoy mezclando en la tierra
me estoy sepultando vivo,
cada vez me cuesta más
llenar el molde barrero,
será que estoy tan cansado
de andar hundido en el suelo
humeda cancha de lodo
donde se amaza mi tiempo.
Tal vez, tal vez cuando me haga barro
me tire en el suelo bueno,
y Dios quiera que me traigan
ya fundido en el terreno,
en el carro de algún horno
tierra vendré al pisadero,
igual que un sueño de greda
guacho de amor y recuerdos
pa que se queme en la hornalla
mi destino ladrillero.
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