miércoles, 13 de agosto de 2014

Descubrimiento de las cosas de Armando Tejada Gómez.

Descubrimiento de las cosas 
de Armando Tejada Gómez.

De enjuto gris, el Oficial nos dijo:
-Deben desalojar esta vivienda.
Mi madre tapó el llanto con las manos
de pie, sobre el umbral de la pobreza.
Y ya. Y era inmediato. Y muy de prisa.
-El agente se queda de Consigna
para cumplimentar el Lanzamiento.
Pasó del gris al negro, imperturbable
y luego, bostezó en nuestro silencio.

La intemperie es procaz. Saqué la mesa,
con al almuerzo muerto, a la vereda,
las sillas de totora, despintadas,
destotoradas: con el culo afuera.
La intemperie es hipócrita. Oi vecinos
condoliéndose de lejos, reprobando
no se sabía a quién, pero royendo
en nuestra humillación un hueso rancio.

Mi madre ató un colchón, juntó la ropa:
lágrima a lágrima desarmé su cama,
el milico ayudó con el ropero
que fue el que resistió con más agallas.
La pobrecita madre mía
enseres diminutos, cosas viejas,
remanentes del uso de otros días
enmohecidos ya por la tristeza:
una tijera rota, tres botones,
cabos de vela, un candil sin asa,
la sartén de freír nuestra alegría,
la risa muerta de la palangana.
No terminaba nunca de juntar
su vida entre las cosas palpitantes,
la intimidad exigua de esa pieza,
el orden de sus sueños vulnerables,

El sol, aquel solazo del Oeste,
me astillaba alfileres de impaciencia,
el Agente bufaba con bigotes
y el vecindario hervía en la vereda.
-Vamos, madre, está bueno ya, le dije,
deje de revolver las cosas viejas;
para qué sirven, madre? Y ella dijo:
-Para tocar la vida y comprenderla.

Cuando salió, traía su geranio
y se puso a regarlo en la vereda.

1 comentario:

mariarosa dijo...

Tremenda realidad, escrita con todo sentimiento. Hoy también se ven casos así, pero hay más ayuda, creo, desde ámbitos del estado.


mariarosa