—Venga p’acá, m’hijo,
y siéntese a lo gaucho, junto al fuego,
pa’contarle a su tata todo lo que vio hoy,
que le dio permiso pa’ir al pueblo.
¿Taban lindos los festejos patrios?
y siéntese a lo gaucho, junto al fuego,
pa’contarle a su tata todo lo que vio hoy,
que le dio permiso pa’ir al pueblo.
¿Taban lindos los festejos patrios?
—Pa’decir la verdad... ¡yo ni me acuerdo!
Iba tanta gente por la plaza
haciendo tanta bulla, tanto estruendo,
que salí como zonzo y almariado
de esa que más que una plaza era un infierno.
—Y aura, contésteme esta pregunta
que de la vaina se me está saliendo:
¿sabe m’hijo lo que es el patriotismo?
—Y... el patriotismo es, por lo que veo,
salir pa’un 25 ‘e mayo o un 9 ‘e julio
luciendo el trajecito dominguero,
vivar a la bandera azul y blanca,
llevar botones lindos en el pecho
y subir, como dicen a la tribuna
pa’dende arriba, discursearle al pueblo.
—¡Todo ese patriotismo que usté vido
no vale un pucho ‘e tabaco negro!
Porque no es patriotismo andar gritando
todos amontonados como borregos,
ni lucir los colores de la patria
cuando se lucen pa’adornar el pecho,
ni tampoco subir a la tribuna
y decir cosas que se las lleva el viento...
El verdadero patriotismo, m’hijo,
lo demostraron nuestros bisagüelos,
allá por Tucumán, en Ayacucho,
en Suipacha, Maipú y San Lorenzo,
peliando como liones por la patria,
conquistando de a jemes el terreno,
y cruzando después la cordillera
pa’darle una manito a los chilenos.
Pero jue patriotismo sin alardes,
no llevaron más lujo sobre el pecho
que la rosa de sangre que el mosquete,
al escupir, les dibujó de lejos.
Y hay también otra clase ‘e patriotismo
que a juerza de mirarlo ni lo vemos,
y es el patriotismo de los hombres
que engrandecen el país con sus esjuerzos.
Trabajando, muchacho, arqueando el lomo,
martillando los fierros,
destripando terrones con la reja
pa’llenar hasta el tope los graneros;
recortando ladrillos,
levantando edificios pa’colegios
y estudiando los libros
pa’mañana o pasao llegar a maestro
y enseñarle a escribir a los muchachos
y a sacar unas cuentas por menos.
El otro patriotismo, el que usté vido...
¡No vale un pucho ‘e tabaco negro!
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