Veloces van por la grama, / lanzando espumas y llama, / dos
corceles, / y en vez de polvo levantan / esencias puras que encantan, / de
claveles." Juan María Gutiérrez (1809-1878), destacado intelectual,
notable escritor, constituyente en 1853, rector de la Universidad de Buenos
Aires, reunió en 1869 sus producciones poéticas en un volumen.
A aquellas estrofas que ensalzaban al gran día 25 de Mayo
(su poema "A Mayo" ganó el certamen poético en Montevideo en 1841), y
a esas otras que militaban contra Juan Manuel de Rosas, Gutiérrez sumó cantos
amatorios y, bajo el título de "Composiciones nacionales", algunos
preciosos testimonios de su afición por la literatura gauchesca.
"Dos jinetes", poema escrito en alta mar en
diciembre de 1843, con cuyos iniciales versos hemos iniciado estas líneas, es
ejemplo de lo afirmado. "El alazán en sus espaldas lleva / una moza del
pago, / gallarda a toda prueba, / pero rebelde al amoroso halago".
"Quiebra los bríos del ardiente moro / un mocetón". "A mi
caballo", versos endecasílabos que suspiran por la ausencia del fuerte
alazán y por las desdichas del amor, fue concebido para la solitaria meditación
del que todo lo ha perdido y debe vivir en el destierro.
"¡Rey de los llanos de la patria mía, / mi
tostado-alazán, quién me volviera / tu fiel y generosa compañía / y tu mirada
inteligente y fiera!". Elogio tras elogio para su moro suelta el autor en
la "Endecha del gaucho" (1838), quintillas musicalizadas por el dúo
Gardel-Razzano y que presentan al noble animal vencedor y siempre
irreemplazable, al punto de ser preferible a la propia mujer: "¡indio,
vuélveme mi moro, / yo te daré mi querida / que es luciente como el oro!"
En esta línea nacional cultivada por Gutiérrez merecen
incluirse "Los amores del payador", duelo de gauchos que se disputan
el amor de la bella Juana, y la estampa de la pampa desierta en el poema
"El árbol de la llanura", himno al extenso ombú de bienhechora
sombra: "¡Oh! Necio del que inculpa por indolente al gaucho / que techo
artificioso no quiere levantar: / el cielo le ha construido palacio de verdura
/ al pie de la laguna, su transparente umbral".
En su ensayo "La literatura de Mayo", aparecido en
1871 en la Revista del Río de la Plata, Gutiérrez aseguró que también el
popular cielito (como unión de danza, música y palabra) recibía un altar
improvisado bajo la copa del ombú, "a la luz de las estrellas en una
travesía del desierto mientras pacen la grama los caballos y las brasas del
tala o del algarrobo sazonan el asado".
Autor: Pedro Emilio Palermo. Publicado en Diario "La Nación", sábado 11 de mayo de 2013.
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