Ahí andamos, señor...
Vengo de los cerros
donde muere el sol.
Guapeando y guapeando
par la vida voy
Ahí andamos, señor...
Hilacha, los sueños en el pedregal,
hecho a los rigores
y a la soledad.
Ahí andamos, señor...
Si al morir se alcanza
la serenidad,
le juro, a la vida
la voy á extrañar.
Ahí andamos, señor...
Vengo de los cerros
donde muere el sol.
Héctor Roberto Chavero, verdadero nombre de Yupanqui, nació el 31 de enero de 1908 en el partido bonaerense de Pergamino, en las pampas, provincia de Buenos Aires. Nace en J. de la Peña, paraje Campo de la Cruz fue un hombre de muchos oficios, de esos que se hacen a sí mismos, con sabiduría.
Su madre, Higinia, era de origen vasco; su padre, José Demetrio Chavero, un humilde funcionario de ferrocarril criollo, que le bastaron para afirmar al historiar sus orígenes:
“Me galopan trescientos años de América, desde que don Diego Abad Chavero llegó para abatir quebrachos y algarrobos, a hacer puentes y columnas para iglesias y capillas”.
El destino familiar lo llevó de niño a vivir en Tucumán, en el noroeste argentino que permite ponerse en contacto con la cultura hispanoamericana que marcaría a fuego el ser cantor de las artes olvidadas.
Autor canciones como "Luna tucumana" y "El arriero" y de libros "El canto del viento".
En sus últimos años opina: “Argentina siempre quiso ser universal… Así como un francés es analfabeto del mundo y erudito en Francia, nosotros somos eruditos en cosas del mundo y analfabetos en las del país” y agregaba con sabiduría “en China hay chinos que piensan y hablan en chino. Los húngaros son húngaros y los franceses, franceses. De esa unidad parten hacia la cultura, hacia el prisma ¿qué pasa con nuestra condición? ¿Cuándo aprenderemos a ser nacionalmente argentinos?
Falleció en Nimes (Francia) el 23 de mayo de 1992.
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